Hace casi un año, el Centro de Arbitraje y Mediación de la Cámara de Comercio de Santiago (CAM) logró un hito en sus 27 años de existencia. Por primera vez, un tercio de los 15 integrantes del Consejo Asesor del CAM son mujeres. Se trata de las abogadas Loreto Silva, María Soledad Krause, María Agnes Salah, Elina Mereminskaya y María Teresa Vial Álamos.
La entidad arbitral, que forma parte de la Cámara de Comercio de Santiago (CCS), es una institución sin fines de lucro y un referente en la solución alternativa de conflictos nacionales e internacionales.
Elina Mereminskaya asegura que la creciente inclusión de mujeres como consejeras y árbitros diferencia al CAM Santiago como una institución que actúa en sintonía con el desarrollo de la sociedad, donde ni las mujeres ni las abogadas son una minoría. ‘No lo atribuyo a ninguna característica femenina específica. No se trata del sello de las mujeres en el CAM Santiago, sino que del sello del CAM a través de la participación de las mujeres’, plantea.
En esta misma línea, María Agnes Salah sostiene que en el ámbito jurídico la participación femenina es un tema pendiente. ‘El CAM ha avanzado, hoy somos cinco consejeras, pero queda un trecho por trabajar y visibilizar nuestra labor y participación’.
Respecto a los desafíos que tiene este organismo de cara al futuro, Loreto Silva advierte que es clave que el CAM se convierta en un actor relevante en la región en términos de arbitraje.
‘Hemos avanzado mucho, tenemos 14 arbitrajes internacionales desde Chile, pero es importante lograr una mayor conexión con la región en esta materia y potenciar la relación entre los centros de arbitraje de Latinoamérica’, explica.
A juicio de María Teresa Vial es importante continuar con el desarrollo tecnológico en el CAM, que durante la pandemia ha jugado un rol clave en los procesos de mediación y arbitraje. ‘La tecnología ha abierto muchas barreras que antes eran infranqueables y eso ayuda a que el CAM pueda posicionarse en el ámbito internacional y también como una manera efectiva de disminuir costos en la solución de conflictos’.
Soledad Krause agrega que también es necesario incentivar una real transformación en la percepción del conflicto. ‘La formación en las universidades se inclina mucho hacia los litigios y debemos contribuir para asumir los conflictos de otras maneras y buscar soluciones más convenientes que un litigio. Ahí se puede hacer una gran labor’, precisa.
Respecto al proceso que enfrentará Chile en la redacción de una nueva Constitución, las cinco consejeras coinciden en valorarla como una instancia de diálogo, una oportunidad de encontrar acuerdos y para definir las reglas del juego para los próximos años.
María Teresa Vial sentencia: ‘Es una oportunidad de hacer una mejor Constitución, con más participación, conservando las libertades y revisando el rol del Estado en algunas materias. Es una oportunidad para trabajar en nuestros conflictos y buscar los intereses compatibles de un bien común que no deje a nadie atrás’.